Si el cómputo de la vida fuera una habitación con nada más que un sillón en medio, este trimestre habría sido el momento exacto en el que a partir del sillón improvisas una mecedora y la explotas hasta que las paredes te acaban dando vueltas.
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Salamanca se hizo la difícil, con su atracción fatal, con sus largas y sus mil millones de cobras. Entre pitos y flautas y demás departamentos, Zaragoza lió la de Sodoma, la de Troya y la de yo qué sé... y me lié yo.
Ahora tengo unas maravillosas vacaciones en las que recuperar mi voz, mis horas de sueño y mi vida social de Salamanca, y quizás no en ese orden. Amén de mi karma, mi carrera y mi corrección gramatical, altamente emponzoñada por el "ves yendo" de los maños y el "habían algunos" de mis renacentistas amigos valencianos.
Esto va a ser fantástico. Me ABSOLUTAMENTE encanta la Navidad. Y no dudéis que cuando llegue enero también me apasionará volver a Zaragoza, a seguir pedaleando en cuanto me empape un poco de metros de altitud, como hacen los ciclistas.. que sé lo que me hago, cós, y estar saturada siempre será mucho mejor que estar
agotada.Brandon Flowers – Crossfire