-¿Queréis algo, café, té, veneno? Ah, ok, para mí sola.

viernes, 9 de agosto de 2013

Little wing


...y volver a sentir las hojas entre tus pies, como si hiciera una década que no lo sentías

y volver a gozar de la vida, de todos tus sentidos


volver a ser feliz
como si fuera la primera vez que escucharas esa palabra.



miércoles, 26 de junio de 2013

Fuimos maños

Conservo intacta una imagen de cuando estaba en primero. Aún no habían sido Pilares. Acababa de prepararme la cena. Mis dos compañeros de piso, tan a gusto, tumbados cada uno en un sofá, hablaban de que quizás tercero era el mejor curso para irse de Erasmus. Yo, encantada con la estampa, escuchaba desde el marco de la puerta, cuando, al pararme a pensarlo, me latió en la garganta el primer grito mudo de todos los que vendrían después: "Pero yo no quiero que esto acabe".

Han pasado cuatro años desde entonces. Ninguno nos fuimos de Erasmus, cambié de piso, cambié de compañeros, hasta yo misma soy otra. Pero no se me ha olvidado nunca. Y ahora, como en un suspiro, estoy licenciada. Un papel muy caro le promete al mundo que he aprendido mucho sobre música, sin perderse en mayores detalles que... en fin, a quién iban a interesarle. Bien. Para destinos dentro de la Península; veinte kilos: unos quince euros. Y ya está, eso es exactamente lo que cuesta vaciar mi cuarto, separar lo que me guardo de lo que tendré que dejar, y, con cuidado de no pensarlo demasiado, mandar todo este río de vuelta. Correcto. Qué me queda por decir. Tacho los días en mi torreón-cuarto. El dulce tambor de abrir y cerrar de cajas me acompaña, como un bolero. El viento en la ventana hace bailar las velas, y yo empiezo una canción triste sobre finales con perdices. ¿Y ahora qué? Os miro y todo va a cámara lenta. Lucía quería leer mis agradecimientos... yo no puedo despedirme. Me arrastro bajo esa irresistible tentación, la de agarrarme a un momento con las uñas y los dientes para que se quede conmigo, cinco minutos más... Ésto, fuera y dentro de las cajas, es lo último que queda de mí. Éstos, mis últimos pedazos. Cinco minutos más, sólo cinco minutos. Haré un altar de todos ellos.


Y será un homenaje a ti, nostálgico. Que haces las maletas sin creértelo, que te pellizcas mientras guardas entre algodón y seda una desgarradora lista de últimas veces. A ti... que memorizas cada rincón de tu cuarto, para poder cerrar los ojos y volver a él cuando te abrume tanto vacío, cuando fuera de sus paredes todo sean tormentas. Es un homenaje a ti, bohemio, que habitas el extrarradio pero vives el centro, que aguantas despierto noche tras noche por miedo a perderte la vida. A ti, loco, que atesoras rabia y pena, que olvidas consejos, pero sabes duplicarlos en una fotocopiadora... a ti, que libras batallas en el centro de tu pecho, que tantas oportunidades dejaste pasar por el terror de alcanzarlas. A ti, errante, que con el ir y venir aprendiste a soñar en los trenes, y casi casi a dormir... Esto es un homenaje para ti, idiota, que te enamoras porque el invierno es muy frío, que crees que ya lo has visto todo y buscas en el extranjero una respuesta. A ti, ángel, que tantísima suerte o tantísimo viento acabaron por traerte este año desde el norte a nuestro lado, a ti, ejemplo de todo, Persona. Esto es un homenaje para ti, amiga, que te dedicaste sin condiciones, que aceptaste lo inaceptable, que hiciste conmigo el trabajo peor pagado del mundo. A ti, compañero de piso, que te sabes todas mis caras, que te quedaste conmigo a pesar de mis lunes. Es un homenaje para ti, luchador, que crees que este país aún puede darle al mundo mucho más que paella, que sonríes al sol y a la sombra, que te sabes único responsable de lo que está por escribirse. Es un homenaje para ti, solitario, que eres tu mayor rompecabezas, que haces la compra en silencio, que ni el buzón sabe tu nombre. A ti, valiente, que amenazaste con dejarlo todo, con irte y no volver, que tantas veces deseaste que el mundo girara un poco más rápido y se olvidase de ti. Esto es un homenaje por seguir. Porque tu mayor mérito es haber sido hijo adoptivo. Por haberte aferrado hasta el final a esta ciudad a la que que hoy le dices adiós porque tiene todo lo que necesitas, pero nada de lo que deseas. Es un homenaje a ti, vida. Que te mata decir adiós. Que llorar te ha destrozado la voz, pero sigues cantando, porque sabes que, como con eso, así tienes que hacer con todo... continuar. Con la voz rota, pero con la piel de gallina.

A ti, que te quedas. Que tienes todo lo que yo voy a perder, y aún lloras por perdernos a nosotros. A mí... que me digo que estos años no me han cambiado, cuando hasta el cielo se ha vuelto de otro color. A vosotros, que os vais conmigo, pero que os vais sin mí. Espero tener toda la vida que me deje esta mala vida para devolver tantas sonrisas. Algo de nosotros se queda en esta ciudad ya para siempre, ayudando a este viento a seguir soplando.


Hasta siempre, Zaragoza.



lunes, 13 de agosto de 2012

Cierzo en popa

En situaciones normales, para los hijos adoptivos de la ciudad, el verano no se hizo para estar en Zaragoza. El otro día le envié a Luis una foto que hice cuando pasaba por delante la puerta de su casa en Asín y Palacios, "Oh!! Mi casa que yo creía que dejaba de existir", me contestó. Me reí, claro. Yo no lo adivinaba en ese momento, pero fue justo a partir de entonces cuando algo en mi interior se empezó a dar cuenta de que esto, lo que estaba viviendo, pasar aquí unos días del extraño mes de agosto.. era en el fondo un privilegio encubierto. Un regalo que en principio no sabes apreciar, porque viene envuelto en papel de periódico. 

Miré entonces a mi alrededor. Delante de mis ojos, una casa vacía de extremo a extremo, con el calendario del CSMA abierto en uno de los meses que nadie aquí llega a ver. Agosto. Con tres personas, bajo tres pelucas, que ya disfrutaron de todas las noches en las que esta ciudad les pertenecía, y que ahora volvían en blanco y negro como un fotograma que debía recordarme que esta película también iba a tener fin.

Me asomo esta noche por la ventana, mi particular pantalla de cine, y me dejo encantar por el decorado de la película. No es lo normal en las ciudades y por eso lo aprecio más aún, y es que desde mi casa de Zaragoza se ve horizonte. Una gran extensión de copas de árboles del Parque Grande, forman una línea cerrada en contacto directo con el cielo, allanando el camino a quien lo que quiere observar a través de la ventana es absolutamente nada más, sólo seguir mirando más allá, quedarse bizco intentando ver dónde acaban los árboles y donde empieza el infinito. Pues bien, por encima de sus copas es por donde, para mí y mis compañeros, amanece cada día del curso.

Alguien me dijo aquí una vez, y se me quedó como una espina muy adentro: los atardeceres sólo son atardeceres cuando el sol se pone sobre el mar. 

¿Tantos atardeceres y amaneceres perdidos? ¿de verdad?

Esta noche, al asomarme y ver la sombra oscura del Parque Grande perfilando mi pedazo de fin del mundo, he recordado esa frase, con todo su sentido, con toda su fuerza.
Y por ella he transformado el decorado. 

La masa de árboles, al fondo, son el mar. Las torres de la base aérea que están aún más allá y de las que sólo alcanzamos a ver las luces, son el faro. Cada noche cientos de barcos la ven, como estoy haciendo yo ahora mismo. Y aquí en tierra firme las luces de la ciudad no terminan de apagarse, porque hasta altas horas hay vida en el puerto. Pescadores se cruzan por el muelle que es la acera, y se saludan o se despiden porque no se emplea más que un gesto entre personas que mañana, como cada día, se volverán a ver. Los tranvías circulan con el rumor silencioso de los tranvías, como olas yendo y viniendo de una orilla interminable. En los edificios de la derecha de vez en cuando alguien sale a los balcones, y observan, igual que yo. Quizás alguien llega mañana en el próximo barco. Una pareja recoge una sábana del tendedero, una vela, quizás. La doblan entre los dos, y vuelven a casa. Alejandra desde las fiestas de su pueblo me escribe por whatsapp cada vez que se pone un ron cola. Me cuenta, van tres. "Por cierto, que el whatsapp me llame Usted: me encaaaaaanta". Jajaja. Pero si ella es un pirata...

Ya es sabido, no hay ruido de noche al lado del mar. Me asomo un poco más por la ventana y debajo, en el patio, veo el aparcamiento, con las plazas numeradas. Imitando un calendario. Desde el salón sólo se alcanza a ver hasta la número 28. Cualquier mes. Podría ser febrero. Podría ser también cualquiera de los otros. Y los edificios, podrían ser edificios, pero podrían también ser barcos, transatlánticos enormes. Y yo hallarme en uno de ellos, y dentro de poco irme de aquí a través del mar, para no volver a estos puertos en quién sabe cuánto tiempo.

Y entonces, sin darme cuenta, ocurrió.

Me estaba despidiendo. 
De ti, Zaragoza. Sin saber cómo había llegado a esto, yo te dije adiós, aunque mañana te veré. Anticipé , inconsciente, el vacío que sentiré cuando deje el mar de estos cuatro años para pisar tierra en la otra orilla.

Tus tres primeros ya han quedado guardados en algún lugar de mi retina. Sé que los necesitaré cuando la cosa se ponga fea, cuando tenga que echar mano de personas y recuerdos para seguir adelante. Pero hasta entonces los guardo bajo llave en el cofre, como todos los tesoros.

No hay horizonte aún, todo está a la deriva todavía, esperando a llegar. Y ahora paran las olas, y se borran los calendarios y se apagan las luces del faro. 

No hay mar. 

En un último instante, como de un suspiro, me acuerdo de lo que Marta siempre dice sobre los que no tenemos playa:

"Sólo tenemos tres formas de escapar de un lugar. Tres, a saber:

-por tierra
-por aire 
-desapareciendo en el pasado."

...



Qué hora será.


Sigo en la ventana. 
Una brisa que en otros meses fue viento me acaricia un trece de agosto suave y lentamente la cara.  
Mañana saldrá el sol por encima de las copas..


Hace una noche fantástica.

jueves, 21 de junio de 2012

Le sac des filles

Y con éste van siete dedos de ron y otros siete de limón.

Azúcar moreno en el borde altivo de un vaso afilado,
y una lágrima de empatía
que se escapa y se mezcla con el
suspiro
de realismo de esta noche tan larga,
de casi cien años.

Hielo picado con las muelas en el fondo de mi fondo.
Media sonrisa exprimida entre los dientes
y derramada lentamente
hasta el ácido escalofrío
de su última gota

acercándose
a esta
boca

que aguanta la respiración
por culpa
de esa hoja de hierbabuena

que te copia el olor.

lunes, 23 de abril de 2012

Esbozo para una majadería aún mayor

Todo lo que, sin darte cuenta, va poco a poco acaparando un plano importante de tu pensamiento, se caracteriza sin excepción en que tarde o temprano acaba pidiendo a gritos una válvula literaria de escape. 
De tal manera que tú te encuentras haciendo tu vida como cada semana, ocupándote como cada día de que el sol continúe girando alrededor de la Tierra y la Tierra alrededor de tu ombligo y ¡de repente! llega un día, un jueves por la tarde, en que algo te para en seco y piensas: Pero qué mierda me pasa.
Encontré palabras para cada idea que he tenido -salvo una- y esa me desafía como un nido de avispas en el dormitorio. Como lluvias de abril que si te descuidas acabarán uniendo el río con las aguas estancadas, hasta que el paso de los días haga retomar el curso natural de relajación -o por contra acentuación- de los procesos primaverales.

Y yo por supuesto salga bien parada en cualquiera de los casos.

La debilidad de las rodillas aparece a las puertas de las cicatrices, ahí, junto a los más insospechados números de teléfono.
Por eso hay que tener cuidado con los piropos. Porque hay que tirar a matar. Siempre.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Sssshhh (iempre)

Los buzones cada día más vacíos.
Los teléfonos tan fríos.

Las palomas olvidando mapas, lamentándose y maldiciendo 
en el idioma imposible
de las palomas.
Personas que olvidan ciudades, portales que guardan
buzones

cada día más vacíos.

Más canales en la tele para no ver.
Más cosas en que pensar mientras no estudias.

Acabar con esta rueda de hámster
dentro de una, dos,
cien mil vueltas
acabar con esta rueda
tres, cuatro
acabar con el hámster
dos uno
             -ya mismo.
                                   
¿Recuerdas cuándo nos conocimos?
tenías el talento de parecerme impecable,
perfecto,
siempre.
Y ahora te quedas dormido en la nieve

¿y tengo que ser yo
quien te despierte?

Los buzones cada día
más vacíos.

Los carteros tan tristes

y hacia ti con paso firme
vuelven cinco
cuatro tres
sólo dos


ni uno


todos esos chicos que, en fin,
nunca han sido tuyos.

viernes, 3 de febrero de 2012

No todos podemos ser Fausto

Pocas cosas eran peores para un griego que morir en el exilio.

Así que cuando, caída de un guindo, empapada a jarrazos, digo que necesito tiempo y tierra, lo normal es que la cultura clásica me respalde. Que me invite a una caña ese al que los dioses castigaron empujando una piedra colina arriba por toda la eternidad, piedra que una vez arriba, rodaba otra vez abajo, condenándole a repetir la acción una y mil veces. ¿Y qué es peor? ¿La cuesta arriba que le hacía insufrible arrastrar la piedra? ¿o la cuesta abajo que le destrozaba todo el camino que hizo en meses?

No hay diferencia.
Cuesta abajo y cuesta arriba es exactamente lo mismo. Todo depende del punto de vista. 
Todo es veneno, nada es veneno. Todo depende de las dosis.

En definitiva.. en serio que lo intento, de verdad. Y lo seguiré intentando.
Mientras tanto, no sé. ¿Que si me considero buena persona..? Hay días que ni siquiera me considero persona. Días tranquilos, los llamo.

Carlos Chaouen (F) – Me he pintao