-¿Queréis algo, café, té, veneno? Ah, ok, para mí sola.

lunes, 31 de octubre de 2011

Adónde irán ahora los patos

"Horario de invierno":

La ventaja de una hora exacta que nos concede el frío en la carrera hacia la próxima estación, el tiempo justo, el descanso perfecto, para asumir que todo acaba, que todo empieza.
-La primavera siempre tuvo mucho prestigio en lo que al amor se refiere, pero todos sabemos que es en verano, y nada más que en verano, cuando el corazón se pasea destapado.- 

Una hora entera.
Que alguien por favor me la envuelva para regalo. 

Por una hora, hoy los pájaros y yo llevamos un horario distinto.

Quizás por eso parecen volar desorientados alrededor de mi cabeza, dándose unas vueltas,
(son)riéndose de mí.

Distrayéndome un poquito.


Dejándome en evidencia a esta hora de la noche
que ya no sé cuál es.

Mirando un balcón bajo el que espero ni sé el qué.
Contando hasta sesenta.

Guns N' Roses – Sweet Child O' Mine

jueves, 20 de octubre de 2011

Bicicletas, seres inocentes

Curso nuevo, urbanización reformada.



Tras meses y meses de despertarse a golpe de excavadora y silbido de obrero, en nuestra humilde comunidad ya no hay más barro ni pedruscos, ni los coches campan ya más a sus anchas en aquel viejo reducto sin ley, donde los peatones atropellaban a los vehículos, los perros paseaban a sus amos, la basura sacaba a sus dueños, y las arenas movedizas se tragaban a las mujeres con tacones. 

Eran otros tiempos, amigos, hemos sido tan jóvenes.


Así que una vez acabada la era en que los propietarios se vieron obligados a aparcar sus carruajes en la calle, tuvo lugar la sangrienta y encarnizada lucha de la comunidad de vecinos con motivo de la solemne distribución de las reformadas y neo-numeradas plazas de aparcamiento. Y a día de hoy parece que ya todos los medios de transporte de la mancomunidad tienen su feliz sitio adjudicado, para siempre.
 Un momento.

 ¿...Todos? 

¡No!

"En los bancos y casa de comercio de este mundo a nadie le importa un pito que alguien entre con un repollo bajo el brazo, o con un tucán, o soltando de la boca como un piolincito las canciones que me enseñó mi madre, o llevando de la mano un chimpancé con tricota a rayas.
Pero apenas una persona entra con una bicicleta..." 
 (J. Cortázar)

A principio de curso Iván y yo fuimos a Carrefour en bus, y volvimos a casa en bicicleta. Sergio, mi compañero de piso, una semana más tarde, hizo exactamente lo mismo. Tan exactamente, que se compró el mismo modelo que la mía.

Un feliz día, la vecina del segundo, a la que llamaremos Ladeburgos por desconocer el nombre de su noble cuna, decidió que nada de atar bicicletas a las farolas de la urbanización, que algún día iban a dejar de dar luz, que se iba a replegar el universo y a colapsarse los sistemas informáticos y todos íbamos a ser juzgados entre llamas y guadañas por nuestra conducta en esta vida y en las anteriores. Y me abordó en el portal para informarme al respecto.

Tras una conversación en la que me dijo que a aparcar a la calle e incluso quiso opinar sobre si yo necesitaba o no una bici, como niña con coletas que soy, me hice la del gato que se tumba en el suelo para que le rasquen la tripa y a partir de entonces me dijo que yo era una buena chica y que para llegar a un acuerdo podía dejarla dentro de la urbanización solo que en vez de a las farolas, la atase al caño de canalón. Así lo hice, Ladeburgos quedó contenta, y yo con la tripa bien rascada.

Sin saber lo que les aguardaría, Sergio y otro montón de bicis siguieron aparcando en las farolas. 

Una semana después, su bici, aparcada al lado de la mía, igualita a ella, solo que sin el sillín (porque, irónicamente, él se lo subía a casa para que no se lo robaran) desapareció en misteriosas circunstancias. Y curiosamente también el resto de bicis de las farolas que rodeaban mi canalón. Sin embargo la mía ahí se quedó, compuesta y con sillín. Contemplando a su alrededor la desoladora escena. Parecía que iba a cobrar vida de un momento a otro.
 
Mi bici duerme con dos candados desde entonces. Y dedico cada día unos minutos a insultarla, para no cogerle cariño y así no sufrir el día en que ella también parta hacia el cielo de las bicicletas. 

Hoy, al lado del ascensor he leído el cartel de la "nueva circular", en la que se avisa a los vecinos de que ni bicis ni motos pueden aparcar en ningún tramo que comprenda la acera. 

Y queridos, ya no me he puesto a negociar. 
Aquí hay gato encerrado, apesta a minino que tira pa atrás, la del segundo y sus matones tienen algo que ver en todo esto, me apuesto la bici...