Perros, vuelvan al garito para recoger su abrigo. Y nunca, NUNCA, pierdan el tren. Es más, vuelvan a casa en tren. Porque ustedes son el emperador, ustedes van a comerse el mundo.
Recuerdo que llovía a chaparrón y que corrimos a un café, chof, chof, y que pedimos de beber y que comimos calamares y palomas y carnes estofadas y luego nos miramos lentos con ojos de muñecas y te escribí un poema de un tirón y me acerqué despacio hasta tu piel y luego clin clin clin tú me pediste un beso, y yo que soy así, tan pato, cuá, no pude recitar lo que escribí pues se llenó de chipirón la servilleta,
Perros, vuelvan al garito para recoger su abrigo. Y nunca, NUNCA, pierdan el tren. Es más, vuelvan a casa en tren. Porque ustedes son el emperador, ustedes van a comerse el mundo.
ResponderEliminarY a no respetar el césped.
Me mata esa mirada desafiante, pero ¿qué se considera exactamente el 'respeto' al cesped?
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQué vergüenza cuando alguien le diga lo que pone.
ResponderEliminar